Los problemas del futuro, además de los políticos y económicos, tendrán que ver con el desarrollo urbano.
El asunto no es tan sencillo, cada estadista tendrá que tomar decisiones cuyos resultados no se verán en su administración.
Debido a ello, son pocos los líderes políticos dispuestos a sacrificar sus presupuestos para el medio ambiente.
La conciencia ecológica no parece estar en las agendas como una prioridad, es por ello que mayormente los proyectos de innovación en el medio ambiente son llevados a cabo por capitales privados. Por lo que nunca parece suficiente.
Para que estos emprendimientos tengan real efecto de saneamiento en el ambiente que lo rodea, necesita espacios de desarrollo suficientemente grandes como para sostenerse como una especie de burbuja con su propio clima y sistema.
Lo más difícil no es lograr un ambiente saneado, lo más difícil es que no se envicie con el entorno.
El arquitecto italiano Francesco Bollani, tuvo la oportunidad de crear el jardín más grande del mundo con la perspectiva de saneamiento ambiental.
El jardín ahorra energía, genera sus propias condiciones de mantenimiento, absorbe el dióxido de carbono y su ubicación, el centro comercial Fordaliso, Rozzano, ciudad italiana cerca de Milán, favorece la regulación de la temperatura en el edificio, que a su vez, ahorra en electricidad y ruido, reduciendo a su vez la contaminación.
Cubriendo las paredes del centro, con un diseño que aloja alrededor de 44 mil plantas y flores en una superficie vertical de un poco más de 1260 metros cuadrados.
Las paredes, con un tratamiento especial, ofrecen un bello espacio de relajación absorbiendo luz y cuidando el medio ambiente.
Las más de 200 especies de plantas, necesitaron un año de cuidados en un vivero para poder ser trasplantadas a la pared.
Tardaron 3 meses en colocarlas.
El éxito del proyecto no es solamente en el saneamiento del medio ambiente si no que ha contribuido al interés en el centro comercial.
Se lo considera un paseo obligado en los recorridos turísticos.
Se dice que el costo del proyecto, está ampliamente justificado, ha costado un millón de euros. Con un cálculo a vuelo de pájaro, suponiendo que cada visitante deja un euro en alguno de los locales, el jardín vertical se ha pagado a sí mismo.
Un ejemplo de proyecto sustentable que a su vez genera conciencia, que merece el espacio en Guinnes con el jardín vertical más grande del mundo.
Tal vez es hora que algunos políticos piensen en que es posible encarar un proyecto que beneficie a las generaciones siguientes y cuyos logros podrán disfrutar durante su estadía en el poder.
Sería una buena forma de usarlo.
No puedo dejar de comentar el sentido inverso con que ciertos políticos en Argentina, desprecian el medio ambiente con políticas en el sentido contrario.
En Argentina, la famosa Plaza de la República, que rodea el Obelisco y una isla verde en el medio de una ciudad abarrotada y con problemas energéticos, será mutilada para la creación de una vía de buses, destruyendo el espacio verde que en vez de ampliarse, está siendo devastado.
En comparación, vamos para atrás.